lunes, 6 de mayo de 2013

Levantarse

Me levanto,  hago el aseo, llevo al Pedro al jardín. Tengo pocas horas de clase y muchas de madre. No planeé mi año así.
Cuando en marzo tuve un terremoto en mi pega, cuando me sentí traicionada y vi como el trabajo de casi dos años se iba a la basura, sufrí mucho. Marzo y abril lloré, me decepcioné y luché por mi trabajo. Alguna gente con la que trabajé y consideraba amigos me dieron vuelta la espalda, eso fue lo más doloroso. A dos meses de la debacle, me acuerdo que alguien  me dijo que que no había que preguntarse por qué pasan las cosas, la pregunta era para qué pasan las cosas.
Sé que hay muchas respuestas, pero la primera respuesta que se me presentó  fue cuando me di cuenta que después de muchos años estaba compartiendo mucho tiempo con los niños. Servirles té, participar de las actividades del colegio, estudiar con ellos. Cosas que para mi fueron un lujo por mucho tiempo, primero porque estaba separada y tenía que trabajar doble para poder sobrevivir y después porque me obsesioné con la pega y con hacer todo y estar en todo. La primera pará de carros de la vida vino el año pasado con la depresión del Joaco, pero parece que se necesitaba más porque ya iba empezando este año embalada con mil cosas y el parelé fue grande. Estoy disfrutando a mis hijos y me he puesto más creativa y más hambrienta de ver, leer, pensar. Creo que voy a tratar de insistir con mi nunca lograda ambición de escribir.
Ya no fumo, tomo más té y menos pisco sour, quiero volver a tejer y ver más a mis amigas. Eso si, no suelto las clases. Cosas chicas, amor grande.