jueves, 18 de diciembre de 2014

Mujer sagrada

"No creo en el eterno femenino, una esencia de mujer, algo místico. La mujer no nace, se hace". Simone de Beauvoir.


En las redes sociales está lleno de información sobre lo “femenino”, la reivindicación de nuestra verdadera esencia, de nuestras antepasadas, de nuestros instintos en armonía con la luna, la naturaleza, de nuestra naturaleza mística, y de ceremonias para reconciliarnos con nuestros instintos.

Creo de verdad que la naturaleza del ser humano debe estar en armonía con la naturaleza y que es bueno conectarse y no pensar que somos entes autónomos del mundo que nos rodea. También creo que los seres humanos nos hemos olvidado de eso y desde esa posición de superioridad hemos despreciado y desperdiciado nuestro entorno y eso no solo nos ha hecho daño externamente sino también en nuestro interior, en nuestra espiritualidad.

En un libro de Marcela Lagarde que estoy leyendo se comenta que con el desprestigio de las religiones tradicionales las mujeres actuales han idealizado alternativas de moda que resaltan  la magia, los mitos, rituales exóticos que potencian la irracionalidad con que siempre se ha asociado a las mujeres y que le da sustento al argumento que las mujeres somos volubles, frágiles, poco concretas. Me hace tanto sentido, siempre lo había pensado pero no lo había analizando tan profundamente, solo había algo que me hacía ruido.

Tanta vela, vestidos largos y pies descalzos en la tierra no me parecen más que otra trampa para mantenernos domesticadas. Nos mantienen entre mujeres intercambiando información sobre hierbas y amor. En la casa, sintiendo y no pensando. Y las mujeres (occidentales, de clase media, educadas) hemos caído en esa trampita como siempre. Porque estamos hambrientas de identidad, hambrientas de conectarnos.
Pero la trampa de la mujer mágica y del ser especial nos enajena, no nos empodera. Necesitamos conectarnos también desde la conciencia individual y colectiva, necesitamos reflexionar y pensar.

Cómo podría negar la importancia de la dimensión espiritual de los seres humanos, pero creo que debemos ser lúcidas. Frases como las mujeres sagradas, la magia de la femineidad, la luna, la menstruación sagrada solo ayudan a mantenernos marginadas de la actividad política diaria, de desarrollar nuestra autonomía, de hacer valer nuestros derechos, de criar a nuestros hijos e hijas como queramos y de defender nuestro derecho a no tener hijos. 


Hay tantas cosas que hacer. 

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