En las redes sociales está lleno
de información sobre lo “femenino”, la reivindicación de nuestra verdadera
esencia, de nuestras antepasadas, de nuestros instintos en armonía con la luna,
la naturaleza, de nuestra naturaleza mística, y de ceremonias para reconciliarnos
con nuestros instintos.
Creo de verdad que la naturaleza
del ser humano debe estar en armonía con la naturaleza y que es bueno
conectarse y no pensar que somos entes autónomos del mundo que nos rodea. También
creo que los seres humanos nos hemos olvidado de eso y desde esa posición de
superioridad hemos despreciado y desperdiciado nuestro entorno y eso no solo
nos ha hecho daño externamente sino también en nuestro interior, en nuestra
espiritualidad.
En un libro de Marcela Lagarde que
estoy leyendo se comenta que con el desprestigio de las religiones
tradicionales las mujeres actuales han idealizado alternativas de moda que
resaltan la magia, los mitos, rituales exóticos
que potencian la irracionalidad con que siempre se ha asociado a las mujeres y
que le da sustento al argumento que las mujeres somos volubles, frágiles, poco
concretas. Me hace tanto sentido, siempre lo había pensado pero no lo había analizando tan profundamente, solo había algo que me hacía ruido.
Tanta vela, vestidos largos y
pies descalzos en la tierra no me parecen más que otra trampa para mantenernos
domesticadas. Nos mantienen entre mujeres intercambiando información sobre
hierbas y amor. En la casa, sintiendo y no pensando. Y las mujeres
(occidentales, de clase media, educadas) hemos caído en esa trampita como
siempre. Porque estamos hambrientas de identidad, hambrientas de conectarnos.
Pero la trampa de la mujer mágica
y del ser especial nos enajena, no nos empodera. Necesitamos conectarnos también
desde la conciencia individual y colectiva, necesitamos reflexionar y pensar.
Cómo podría negar la importancia de la dimensión
espiritual de los seres humanos, pero creo que debemos ser lúcidas. Frases como
las mujeres sagradas, la magia de la femineidad, la luna, la menstruación
sagrada solo ayudan a mantenernos marginadas de la actividad política diaria,
de desarrollar nuestra autonomía, de hacer valer nuestros derechos, de criar a
nuestros hijos e hijas como queramos y de defender nuestro derecho a no tener
hijos.
Hay tantas cosas que hacer.
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