miércoles, 9 de abril de 2014

Cumple




No sé si la edad tiene importancia para mi hoy. La tuvo, pero no directamente. Hace unos días conversaba con una amiga sobre eso y sobre lo tontas que fuimos siempre creyendonos muy viejas para ciertas cosas, desde que teníamos veinte y algo. Muy graves y serias con la frase ya no estoy en edad de eso. ¡Qué risa hoy!
Siempre me puse límites. Siempre me cuestioné. Y mis cuestionamientos respecto a la edad no tenían que ver con las arrugas ni con el número mismo. Tenían que ver con las metas que se supone que una va cumpliendo a ciertas edades. Carrera, pololo, marido, guaguas, trabajo 1, trabajo 2, postgrados, etc, etc y más agotadores etcs. 
Algunas no las cumplí y otras las cumplí a destiempo porque siempre fui rebelde, loca. Pero hice trampa. porque mi rebeldía no era libre, era culposa. Todo el tiempo pidiendo disculpas o explicando porque he tomado cada decisión. A veces a los demás, siempre a mi misma.
Me he traicionado muchas veces haciendo callar mis instintos y siguiendo lo que parecía más razonable y a última hora, en una imitación mala de Arturo Prat, he saltado al abordaje como creo que lo hizo él, sin afanes de gloria pero creyendo que era lo único que podía hacer en ese momento límite.
Y he tenido muchos momentos límites, algunos saltos salieron con una espectacularidad inesperada, otros francamente mal. Todo siempre seguido del análisis, de la angustia de lo estaré haciendo bien o mal. Maternidad, carrera, amor. 
Mientras me acercaba a los 40 empecé a ceder conmigo misma. Quizás por vieja. ¿Es la paz de la madurez? ¿Hacia allá voy? No sé. Solo sé que sé lo que quiero. Tengo mis luchas asumidas, mis hijos cómodamente sobre los hombros , mi marido al lado y camino paso a paso. 
Mañana cumplo 41 y no significa lo que pensé cuando chica, ni siquiera lo que pensé hace cinco años. Significa una excusa para detenerme a pensar en mi y para mirarme y ver que estoy lista para enfrentar las proximas alegrías, los dolores que vienen, el amor, los problemas, la vida que me espera. Y ya no quiero saltos inseguros, no quiero ser Arturo Prat. A los 41 empiezo a ser yo misma.

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